El barranco es muy encajonado, con muy pocas pozas lo suficientemente profundas como para subirse a alguna roca y saltar. Aun así, merece la pena.
El agua ha tallado su camino, partiendo en dos la montaña, dejando un estrecho pasillo por el que cuelgan enredaderas, se desarrollan plantas rupícolas y se pueden observar muchas especies de fauna de ribera.
Entre otras especies, vimos tres culebras viperinas cazando, una culebra de collar, sapillos moteados, cangrejos de río, y todo tipo de libélulas de colores.
Redacción: Salva
Fotos: Salva, Sevi, Dolz
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