viernes, 25 de junio de 2021

Pirineo Vasco-Navarro

Aprovechando el puente de San Juan, Jordi propuso salida tracaletera barranquista, a la que nos apuntamos Aurora, Carlos, y yo. La idea inicial era Pirineo aragonés, pero tras ver la previsión meteorológica, finalmente cambiamos a Navarra, y la decisión no pudo ser mejor, porque el buen tiempo nos ha acompañado todos los días. 


Viernes: ARTAZUL Y LIZEBAR

Para empezar a lo grande, el primer día hicimos estos 2 barrancos navarros.
El 1º, el Artazul , iba con el agua justa, así que disfrutamos a tope bajándolo, sobre todo después de la dura subida (“deportiva” para algunos) que supone hacerlo sin combinación de coches, y que empieza ascendiendo dede el manantial de Arteta por detrás y a la izq orográfica de la cascada que rapelaremos para terminar el barranco.
La primera cascada que bajamos (32 m), preciosa, es sólo la antesala de ese magnífico rápel final de 45 metros con los 30 últimos volados. En medio, una zona inicial más abierta que luego se va encañonando, con una sucesión de pequeños rápeles y algún tobogán.
En el amplio circo final comemos algo para reponer fuerzas y, sin perder tiempo, iniciamos la aproximación al Lizebar. Subida también exigente, ahora además con el cansancio acumulado, por lo que se nos hace aún más dura y larga.
Es un barranco mucho menos frecuentado, no lleva agua salvo en las pozas, pero es chulo y tiene su encanto con sus altas paredes verticales y su verdor. Lo más destacable, el rápel fraccionado de unos 60 m (20 + 45): ojo porque el fraccionamiento no está en la vertical, sino en la dcha orográfica, y es muy fácil pasárselo, sobre todo porque esos primeros 20 m nos parecieron bastantes menos (unos 10)
Otro dato importante a tener en cuenta: cuidado si oís o veis cabras, porque algunas de las piedras que movieron nos cayeron.
Acabamos tarde y cansados, así que cenamos en el primer bar que encontramos… y decidimos que al día siguiente tampoco era necesario madrugar mucho…

Sábado: LA LEZE

Preciosa cueva- barranco en Egino (Álava) que nos encantó a todos, y eso que no pudimos empezar con el rápel de 60 m del ojo de búho por restricciones.
Subida también muuuy exigente, y cuando ya arriba crees que está todo hecho y empiezas a disfrutar del espectacular hayedo de cuento de hadas ( en el que en cualquier momento puede aparecer un gnomo o un brujo barbudo con báculo…) viene lo peor... la resbaladiza y empinadísima bajada hasta el árbol donde está el primer rápel de 23 m. Tras algún resbalón peligroso, decidimos echar trasero a tierra, y así, entre risas y precaución, llegamos al inicio de la cueva.
¡¡Ha merecido, y mucho, la pena!!
El río Artzanegui talla una brecha que atraviesa la sierra de Altzania de norte a sur, formando una cueva de más de 60 m de altura. Nos introducimos por su boca, que parece engullirnos, y encendemos los frontales: pasamanos y rápeles con agua se van sucediendo hasta que finalmente se empieza a vislumbrar luz de nuevo y aparece la boca de salida. Hemos atravesado la montaña, y tras algún rápel más y un pequeño sifón, llegamos a la pradera final (muy cerca a una zona de recreo), ideal para comer algo y en 5 minutos estar de nuevo en el coche.
La parte deportiva ha terminado, pero no el día, que completamos y redondeamos con un “cenorrio “a lo grande: súper homenaje gastronómico (bien merecido) en un asador de lujo que nos recomendaron.
Algunos, hasta vestidos de etiqueta, jajaja


Domingo: DIABLOZULO

“El barranco Diablozulo nos ha dado por el ...”
Este verso en rima consonante, creado por Aurora y rápidamente adoptado por todos, define perfectamente, a las claras y por unanimidad, el infernal intento de aproximación.
La mayoría de los tracks son para 2 vehículos, y el que llevábamos (1 solo coche) nos ha tenido un par de horas, a pleno sol, intentando atravesar campos de trigo de casi un metro de altura, zonas de zarzas , espinos y vegetación tan tupida, que nos ha sido imposible avanzar y encontrar la pista que debía acercarnos a la cabecera.
El tiempo se nos echaba encima y finalmente hemos decidido volver al coche. Al hacerlo, hemos visualizado la pista que debíamos haber cogido, mucho más cerca de donde nos ha llevado el track…
Parece que ya sólo queda hacer camino hacia Valencia… pero falta “desparasitarnos”, porque los chicos, aparte de los arañazos en las piernas que llevamos todos, también llevan garrapatas (anda que no nos hemos reído con Carlos y su obsesión con estos bichejos, y al final iba a tener razón…)
En conclusión, viaje genial que nos ha dado la excusa perfecta para volver: tenemos una pendiente con el Diablozulo!

Redacción: Luisa
Fotos: Luisa, Aurora

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