sábado, 23 de septiembre de 2017

Barrancos Gorgas Negras y Barrasil entrando por el barranco de Picarizas


En esta ocasión nos esperaba una jornada muy dura de barranquismo, en la que participamos Andrés, Loli y yo (Roberto). Eran las seis de la mañana, cuando con los frontales puestos, comenzamos la aproximación.

 
En poco más de dos horas llegamos al despoblado de Nasarre, muy cerca de este comienza el Picarizas.
El barranco de Picarizas es de coleccionista total, apenas está formado, es seco y se encuentra con algo de maleza en su cauce. Los únicos rápeles que hay están en su final y te dejan directamente en el cauce del Gorgas Negras. De todas formas es una buena opción para que los que ya hayan hecho el Gorgas Negras, conozcan una más de sus posibles entradas.





 
Una vez ya en el cauce del Gorgas Negras, nos enfundamos los neoprenos y empezamos a recorrer sus largos pasillos de paredes altas, con sus muchísimas pozas. En la primera mitad del barranco, debido a su orientación, el sol apenas entra en el cauce y al estar a finales de septiembre, pasamos algo de frío.






 
Después de la gran curva que hace el barranco, de unos noventa grados hacia la izquierda orográfica, el sol ya nos da de lleno, así que a partir de ahí incluso pasamos calor. El barranco se hace duro, porque hay pocos momentos de descanso, hay muy pocos rápeles y no se para de andar y nadar en casi ningún momento.






En unas cuatro horas y media llegamos a una zona muy abierta del cañón, donde se da por terminado el descenso. En esta zona aprovechamos para parar un poco y comer algo más contundente que las barritas que vamos consumiendo sobre la marcha. Todavía nos queda el descenso del Barrasil, así que después de reponer fuerzas reemprendemos la marcha.


El Barrasil por si solo no tiene gran interés deportivo, pero puede que sea la mejor opción para hacer el retorno del Gorgas Negras. No tiene ningún rápel y excepto la zona final, es bastante ancho. Se trata de atravesar badinas y algún caos de bloques. Nosotros, cuando llegamos al “ajuntadero” remontamos por el Mascún hasta el puente Coda o de las Cabras.



 
Desde este puente tomamos una senda, que por la parte izquierda orográfica, remonta el Mascún hasta el pueblo de Rodellar.

 
Ya en el pueblo damos por concluida una actividad exigente, no por técnica, ya que había poca agua, si no por física, porque nos costó un total de 12 horas.


Redacción: Roberto

Fotografías: Roberto y Andrés 



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