viernes, 15 de julio de 2016

Barranqueando es las Isla de las Flores (Azores).

Hace unos cuantos años, por el 2010, oí hablar de un nuevo destino barranquista. Lo igualaban a isla Reunión. Pensé que lo habían exagerado bastante y no hice demasiado caso.

Un tiempo después, volví a escuchar comentarios de la isla. Esta vez, le presté un especial interés y empecé a buscar información. Las fotos y los vídeos que veía no me daban la impresión que fuese un destino tan chulo como me lo pintaban. Habíamos ido a Madeira y dudaba que este nuevo paraíso la superara.

El grupo estaba decidido a ir y yo, me sumé un poco por inercia. A medida que investigábamos, me apetecía cada vez más ir a conocer sus cascadas.

Tras un montón de inconvenientes en la búsqueda de alojamiento, conseguimos dos casas, tres coches y un contacto en Flores.


En un primer vuelo, Carlos, Loli, Andrés, Mario, Lucía y yo, llegamos al aeropuerto de Santa Cruz das Flores. A los dos días, vendrían nuestros compañeros, José y Jordi.



El primer día, me empeñé en descender el barranco Silva. Un muy buen barranco para empezar las aventuras en Flores. El más largo de todos los que descendimos. Con unas pocas cascadas altas, muy verde y con mucha vegetación. Nos dejó un buen sabor de boca.

















El segundo día optamos por uno de los más bellos de la isla. Los tramos medio e inferior del Ilheus. Efectivamente, un barranco muy bien formado, continuo, verde, no demasiado vertical pero digno de estar entre los más bellos de Europa.

















El tercer día, se planificó el descenso de la cascada de Ferreiro. Quedamos con un barranquista de la isla para estrechar lazos. Al final, el día salió realmente malo y abortamos la actividad. Marco nos recomendó que fuésemos a barranquear a José Fraga. Había leído sobre este lugar y a priori, no me llamaba la atención. La verdad es que lo hicimos en unas condiciones inmejorables. Mucha niebla y humedad que le dio un ambiente mágico.



Hasta ahora, cada barranco mejoró al anterior haciendo que me alegrase muchísimo haber venido a la isla.

Cuarto día, tocó el gran Ferreiro.  El descenso tiene unas cascadas altas y bastante bonitas aunque como barranco me defraudó un poco. Ahora, la cascada de casi 170 metros que hay al final fue la mejor cascada que he descendido. ¡Muy bella!


















El quinto día, decidimos realizar un descenso que acabase en el mar. Algo que no suele se muy común en este deporte. El barranco fue Barrosas. Con un tramo inicial que no está a la altura de la isla fue cogiendo forma hasta el tramo medio y final. Cerrado y bien formado nos mostró un final inigualable. Llegamos a la última cascada y ante nosotros se mostró la inmensidad del Atlántico. Caer a un mar que poco a poco se iba enfadando después de un rápel es realmente alucinante.









El último día, el grupo se dividió. Unos decidieron conocer el barranco de Algares, otro descendió un pequeño, corto pero divertido cañón y el resto fuimos a descubrir los lagos de la isla. La jornada transcurrió tranquila.













Un viaje para repetir. Hasta otra ocasión Flores.......



Redacción: Diego Caballero

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