sábado, 7 de febrero de 2015

12 meses-12 cuevas-Cueva del Pozo, Jumilla (Murcia).


Según el diccionario de la Academia Valenciana de la lengua el término Tracalet es sinónimo de Tracaleig o Altercat que vendría a traducirse como algo ruidoso, bronca, jaleo.
Vamos que el nombre le viene que ni pintado a la filosofía tranquila y relajada que vivimos día a día los que hacemos actividad en este nuestro club.
 También hay un dicho popular que dice que “al que madruga dios le ayuda”, pues debía estar haciendo barrancos, porque en las cuevas no estaba.

Sábado 7 de Febrero del 2015 a eso de las 7:00 de la mañana: Nos reunimos unos cuantos somnolientos Tracaleteros en Catarroja para tomar rumbo al Sur y desplazarnos hasta Jumilla, a la Cueva del Pozo.
Preciosa cueva de formación Hipogénica con tubos de presión blancos.
Judit que tenía que volver a una hora decente fue en su coche.
El resto del equipo lo formábamos: Roberto, María, Manu, Patricia, Raquel, Alberto y yo mismo.
Como le había dicho a Judit paramos en un Bar de carretera a unos 2Km de Jumilla, pero resultó que el bar estaba a 15 Km con lo que y perdón por el error, le tocó volver un poco.
Después de almorzar como es debido, pusimos rumbo al destino.

Yo conocía la cavidad de una vez que estuvimos hacia 4 o 5 años, aunque estuvimos en Mayo del pasado año tratando de localizarla y no hubo manera.
Una vez en el “supuesto” lugar y tras meter en el GPS las coordenadas que habíamos encontrado en  Internet resulto que nos mandaba 3 Km en dirección contraria al lugar donde estábamos.
Así que decidimos ir tres personas a localizarla (Patricia, Alberto y yo) y que el resto esperara en el lugar por si había que volver.
Ya con el GPS en mano y dejando atrás la carretera comarcal por la que habíamos accedido al lugar cogimos la N344 dirección Murcia y vi un Bar que me sonaba, así que después había que pasar la Autovía por debajo de un puente.
Más o menos orientándonos con el GPS acabamos en un campo de almendros con un barranquito enfrente.
Como cuando uno tiene esperanza ve sendas, pues las intuíamos por todas partes. Poco a poco llegamos al sitio marcado por el GPS y allí no había nada y recordando un poco el lugar nos pusimos a buscarla a la brava.
Yo iba por la parte superior y ellos a media ladera. Después de andar un buen rato localicé una especie de Cata de unos 5 metros de profundidad y poco después Patricia dio con la cavidad un poco más abajo. Reuniéndonos los tres y marcando la posición. Había un error de unos 500 metros con las coordenadas, aunque el dátum era el mismo (WGS84).
Inmediatamente llamamos al resto y estaban en Jumilla ya que Roberto tenía un problema con la ventanilla del coche y habían ido a un taller.

Como no hay mejor lugar para esperar que un Bar, pues los tres nos fuimos al que habíamos visto antes, a esperarlos.
Resultan curiosas las baronimias, el famoso café Asiático Murciano aquí lo denominan Belmonte, que viene a ser un carajillo pero menos adornado que el de la zona de Cieza.
Con el ansia, el ímpetu y el Belmonte rompí el asiento de una silla del bar solo con levantarme por las ganas que había de meternos en el agujero.
Resumiendo: cuando volvieron, nos desplazamos hasta el “Parking”, nos cambiamos y llegamos de nuevo a la boca de la cueva eran las dos de la tarde.
Judit que tenía que volver a casa pronto decidió que no hacía la actividad, aunque al final la convencimos y le prometí que cuando quisiese salir la acompañaría hasta la boca.
Una vez en el lugar todo fue más o menos rodado intentando llegar a la parte húmeda de la cavidad, pero pese a llevar la topografía no conseguimos dar con el paso que debe ser una gatera  que no encontramos. Así que vuelta atrás y a dar un garbeo por la parte seca.
Por una gatera accedimos a un pasamanos en fijo y a un pocito con cuerda en fijo también, aunque estaba muy hinchada por lo que los descensores no corrían mucho y era necesario descender con el Stop en C o con un nudo dinámico.
Una vez descendido este pozo instalamos otro pozo de unos 8 metros por donde llegamos a la sala de la reunión y paramos a comer.    
                 

A cada paso se levantaban nubes de polvo ya que el suelo estaba repleto.
Pese a todo lo acontecido en la mañana es imposible no admirar los tubos freáticos de presión con su característico color blanquecino.

Continuamos después en dirección al paso forzado donde  algunos disfrutaron del paso y otros, que se habían quedado retrasados,  pusieron un hito de piedra por si tenían que volver.
Llegamos a otra sala por conductos de variados tamaños.
Una vez aquí existe una cuerda en fijo que remonta un tubo y antes de llegar a la parte más alta parte otro tubo a la izquierda por el que se remonta con bastante pendiente, hasta otra salita.
Desde esta sala y por un tubo de presión con bastante pendiente negativa se accede a una sala con formaciones.
El tubo se debe descender con cuerda porque es demasiado expuesto, así que otra vez será (lo bueno de la espeleo es que siempre hay razones para volver).
Como lo prometido es deuda y ya se había hecho bastante tarde acompañe a Judit hasta la salida, dejando al resto del grupo continuar la exploración.
Cuando volví a la cabecera del pozo de 8 metros ya estaban empezando a remontar y al preguntar el motivo la respuesta fue que era demasiado laberíntica, realmente se había hecho bastante tarde para estar más tiempo en el interior. Para regresar a casa, a buena hora, fue la mejor decisión, así que otro motivo más para volver.
Tanta prisa por salir no quitó las ganas de hacer una parada en el Bar del almuerzo para tomar algo y re-emprender la vuelta a casa.
Ya pensando volver a la carga con nuevas TRACALETADAS.

Redacción: Pit.
Fotografía: Alberto.



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