lunes, 7 de julio de 2014

Viaje a Madeira.


Todo empezó en un Mcdonals planificando la semanita barranquera de verano. Había diferentes posibilidades pero el hecho de que se celebrara un encuentro en Maderia a finales de junio ayudó a que nos decidiéramos. Las fechas fueron del 7 al 14 de julio.

Encontrar casa fue sencillo. Ya teníamos referencias. Planificar los barrancos también. Duarte nos indicó que era lo más chulo. A todos los niveles fue una actividad fácil.

En primer lugar, llegamos Carlos, Loli, Andrés y yo a la isla. Entre salidas y retrasos del avión, nos plantamos en la casa a las 4:30 de la mañana.




El descenso elegido para el martes fue Vimieiro. Descenso muy vertical para el desarrollo que tiene. 310 metros de desnivel en 500 m de recorrido.


Tras cambiarnos en el parking de Seixal y una aproximación de poco más de 15 min. nos encontramos con lo que sería mi calvario en la isla; las escaleras que suben a la levada de Seixal. La primera vez que las subí, sin conocerlas, las intenté subir a un ritmo que no era el mío.



Fuimos descendiendo el cañón y disfrutando del increíble entorno selvático que tiene ofrece la parte norte de la isla.
Acabamos entorno a las 4 horas de actividad cansados por no haber dormido la noche anterior pero muy satisfechos.



El miércoles, nos levantamos no demasiado pronto e intentamos atacar al Seixal integral Loli, Andrés y yo. Con muchas dudas (ya que estaba encapotado y comenzando a llover) y consultando a nuestro amigo Duarte, decidimos que si que entrábamos. Sobre las 12:00 empezamos a andar.
Todo transcurría bien. Un ritmo normal pero quizás un poco lento para todo lo que nos quedaba. Seguíamos alucinando con el entorno de los cañones de la zona.
Una densa niebla cubría Seixal y en ocasiones éramos incapaces de ver la profundidad de los rápeles. No se sabía si la altura era de 5 o de 50 metros. Era increible!


Cerca del inicio del Seixal inferior, Loli tuvo un resbalón y se hizo daño en la rodilla. Parecía que no era grave, pero decidimos salirnos por la levada de Seixal y así evitar la parte inferior. Lo que no se puedo esquivar eran las escaleras. Esta vez cuesta abajo
Una vez en la casa, la rodilla de Loli no parecía muy dañada. Muy buena noticia.

Al rato llegó la segunda tanda de tracaleros, Ingrid y Borja.


El jueves decidimos barranquear en las aguas de Pedra Branca y Ribeira Funda.

La verdad es que Pedra Branca parecía más un barranco de la sierra de Guara que de Madeira. Bien formado pero con aspecto más calizo que de roca volcánica (o al menos lo recuerdo así), menos mal que luego en Ribeira Funda volvió el buen sabor de boca.
El rápel de 50 m. de entrada es uno de los más bonitos que he visto.



A destacar de los dos descensos es que acababan en el mar, algo que siempre da un encanto especial.






El viernes llegaban dos compañeros más. El grupo utilizamos el día para hacer algo de turismo por la ciudad de Funchal mientras los últimos integrantes descendían el Ribeira Funda.





Visitamos por la mañana el mercado con su consiguiente clavada en la compra de fruta.





Subimos a la ciudad de Monte y estuvimos viendo las carreras de los carros de cesto. Por la tarde, fuimos a ver el cabo de San Lorenzo y pateamos un ratito por los acantilados de la zona.


            



El sábado Chencha, José y Carlos decidieron bajar el Seixal integral y el resto bajamos sólo el inferior (que era la parte que nos quedaba).
Para bajar el inferior, vuelta a subir por las escaleras. Tanto la parte superior como la inferior del Seixal son increíbles. Selva, color rojo en la roca, agua... una mezcla que lo hace muy especial.


Unos pocos, al acabar el Seixal inferior nos metimos en el afluente del Ribeira Funda.



El domingo tocaba el Hortelä. Sólo fuimos 4 tracaleros y de nuevo tocó subir las escaleras. Recorrimos la levada de Seixal y llegamos a la parte baja del Hortelä.

La entrada estaba a 60 metros del suelo y por encima aun teníamos cerca de 20 metros de cascada más. Otra de las entradas más bonitas que he hecho.




El lunes todo el grupo decidimos hacer una actividad juntos. Aunque había oído hablar del Cañón Do Passo inferior no pensaba que iba a ser tan molón. La verdad es que todos acabamos muy satisfechos y sobre todo tras descender su cascada de 60 metros.






La verdad es que todo nos salió muy bien y pasamos una buena semana barranqueando en un lugar precioso.

Obrigado Madeira.





Redacción y fotografía: Diego

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