domingo, 5 de diciembre de 2010

Expedición TrummelBach. Parte 1: Freissinieres

Las cascadas de Trumelbach (Trümmelbachfälle) son famosas en Suiza . Una serie de saltos de agua que se precipitan entre los angostos pasajes de este cañón. La lengua de agua se abre paso a gran velocidad entre meandros y marmitas, llenando cada rincón de rabiosa espuma y estruendo.Los glaciares del Eiger (3970m), Mönch (4099m) y Jungfrau (4158m) desaguan en este cañón, ofreciendo todo un espectáculo para el ser humano, el cual no ha tenido ni el más minimo reparo en excavar sobre las paredes de este coloso toda una serie de pasarelas y ascensores con fines totalmente económicos. Paradójicamente, este espacio natural pertenece al patrimonio natural de la UNESCO y está dentro del inventario federal de paisajes y monumentos naturales de importancia nacional en Suiza.

Dentro del ámbito deportivo, podemos considerar este descenso como uno de los más comprometidos de Europa. Cotado por Caracal en su guía como ED+ (extremadamente difícil superior), pocos cañones europeos alcanzan su envergadura. Para afrontarlo con garantías, es necesario esperar a noviembre, momento en el que bajan las temperaturas, los glaciares se estabilizan y la nieve todavía no ha precipitado.

Nuestro viaje comienza en Zaragoza. Allí Jorge, Amancio Catalán y Nacho Fernandez (junto con un servidor) nos reunimos. Tras un cordial café partimos rumbo a Ecrins. Queremos hacer escala en este macizo para hacer el viaje más llevadero. El objetivo es completar el circuito de Freissieneres, Meije y Oules du Diable aprovechando que quedan cerca de nuestra ruta de paso. Nada más llegar a Freissieneres nos encontramos con un paisaje más blanco de lo esperado. Nos vemos obligados a colocar las cadenas para llegar a la base del barranco, donde pasamos la noche en la “Pacheca”.

A la mañana siguiente, las temperaturas son muy bajas, pero conservamos todas las energías, así que tras cambiarnos, comenzamos la aproximación a la cabecera. Al pasar por el check point confirmamos que el nivel de agua está dentro de los niveles recomendados. Ya arriba podemos ver como toda la cuenca de captación está cubierta por una espesa capa de nieve.

Iniciamos el descenso. La primera poza nos da la bienvenida con un resalte donde el agua canalizada nos sumerge en las frías aguas de este cañón. Tras superar un par de toboganes, Jorge abandona.

El resto del equipo continuamos. Varios toboganes nos consiguen romper el semblante mientras damos profundas bocanadas. Las condiciones que nos encontramos son muy duras. El agua, a 1ºC. En el exterior, -5Cº. El acceso a las cabeceras se hace expuesto. Vamos a vista y no sabemos que nos espera detrás de cada resalte, por lo que los rápeles al cuerpo de prospeccción se suceden. El piolet se convierte en un gran aliado. Las mochilas, los mosquetones, las cuerdas… todo se nos va congelando por momentos. Además, debemos lidiar con las aguas vivas… y nuestras neuronas se congelan por momentos. Nos cuesta mantener la concentración en estas condiciones. Todas las paredes del cañón se encuentras cubiertas de nieve y verglass. No hay una sóla instalación localizable a simple vista. En un corto resalte, aprovechamos un tronco cruzado para rapelar. Pero al tratar de recuperar la cuerda, la cuerda se atasca. Nacho decide subir para resolver el problema, descubriendo con sorpresa que el motivo del bloqueo no es otro que la congelación de la cuerda alrededor del tronco. Tras despegarla, la ancla bajo el agua para asegurarse de que no vuelva a ocurrir. Tras el retraso, continuamos descendiendo el cañón, no sin dificultades.

Tras un largo rápel, llegamos a una marmita con una contra muy marcada. Ayudándonos de los dientes de hielo, conseguimos salvarla y alcanzar el pasamanos que da continuidad al barranco. Es necesario trepar unos tres metros antes de ganar la horizontalidad. . Haciendo uso de puños y piolos superamos el resalte no sin dificultades (los primeros se quedan anulados, al colapsarse de hielo. Los segundos rebotan en la dura roca con frecuencia). Quedo exahusto cuando llego arriba. La mochila me pesa un mundo.

Al llegar al Geisser me quedo hipnotizado por la escena. Es uno de los momentos más bellos y salvajes de mi experiencia barranquista. El agua sale a gran velocidad y se abre en un cono gigantesco que se pierde en los abismos blancos que visten hoy a este barranco.

No hay tiempo ni para una foto. Continuamos para perdernos en las profundidades. Al cruzar la marmita el objetivo es claro: salir de ella. Consigo trepar por una ladera helada (en parte gracias a las botas más que a mis habilidades, pues tienen un gran canteo). El siguiente objetivo también es acuciante: salir de allí. Así llevamos hasta ahora, escapando de cada marmita, de cada rápel y de cada resalte. No hay un momento para detenerse y pensar, sólo para actuar.

Limpio casi todo el margen derecho de hielo, hasta unos dos metros, tratando de localizar las instalaciones sin resultados. En el margen izquierdo la capa todavía es más gruesa y expuesta al caudal. Toca improvisar un anclaje. Amancio me sigue detrás, pero en vez de trepar, se deja llevar un poco por la corriente hasta llegar a mi altura. Apenas hace pie y tiene que superar un resalte helado de 1 metro para ganar mi repisa. Con piolet en mano, trata de anclarse a lo que puede, mientras la capa de hielo se rompe con cada intento. Bajo para echarle una mano. Le acerco el piolet… luego mi brazo, pero cae de nuevo al agua.

Con la incensante lluvia del geisser cayendo sobre nosotros y el caudal del barranco, azotando cada intento de escalada, las fuerzas se van mermando y la tentación de dejarse llevar invade el ánimo. En un intento desesperado, el piolet cae al agua, pero Amancio consigue salir de la vena y alcanzar mi posición. Momentos después, aparece Nacho y recupera las cuerdas.

Improvisamos un monopunto para salvar la cascada. Una vez abajo, la necesidad de salir es imperante. Pero una vez fuera hay que correr… Ahora, un pasamanos semienterrado en la nieve nos acerca a un resalte con una cuerda fija que superamos sin excesivos problemas.











Instantánea del Geisser

Al llegar un R25, localizamos los anclajes de aproximación, pero por más que buscamos la cabecera, no aparece. Abandonamos una cinta e improvisamos un rápel a esas anillas.

Cuando baja Nacho, tiene que ser ayudado ya que el pequeño drossage que se forma en la recepción (gigantesco para nosotros en esas condiciones) le mantiene retenido y peleando con cuerdas y mochilas.

Lo que queda hasta la salida es una sucesión de dificultades menores que conseguimos salvar ya sin excesivas dificultades. Por fin vemos a Jorge que nos espera con un té bien calentito que casi nos salva la vida.

La idea de hacer Meije al día siguiente queda totalmente descartada. Algunos tenemos congelaciones leves en manos y pies. Lo que urge es una cama caliente y descanso para que cuerpo y mente se recuperen.




10 comentarios:

Victor dijo...

Madre mía del amor hermoso, que frió me ha entrado de leerlo. Espectaculares fotos,tenebroso relato e increíble aventura!!

Arturo dijo...

Cojones q frío, se me han puesto los pelos como escarpias!!!
Deseando que salga la 2º parte. Muy buena crónica.

madclimber dijo...

Uf!

No tengo palabras...

Anónimo dijo...

Espectacular!! sin palabras.... GENIOS

Anónimo dijo...

jooooderr menuda aventurilla..!! enhorabuena chavales!!

Pich

Anónimo dijo...

Eso si que es una odisea!!! Que envidia

Carlos

Caro dijo...

Bueno, bueno, buenoooo... entre el relato y lo que me habeis contado ya sabes, me moria de envidia por no haber subido pero lo retiro :-)

Tremenda odisea! El mundo se mueve gracias a unos pocos valientes como vosotros.

Anónimo dijo...

Hay Dios Mio, por Tutatis, estos romanos están locos¡¡¡¡ Con el solecito que hace en Hispania.
Bego

ivando dijo...

joooder!!
menos mal que no soy ni tu madre, ni tu novia, pq sino te pegaría un par de yoyas que te ibas a enterar!!!
Aunq. fijo que una bronca te has llevado y una noche la habrás pasado en el sofá.

MIRAVAL dijo...

RE-DIOS, lo he vivido como si hubiera estado allí...Aún siento las congelaciones y el calor del Té de Jorge...

Buff, los pelos de punta y el susto en el cuerpo..

Un abrazo y me alegro muchísimo de que saliera bien...