jueves, 4 de febrero de 2010

¿Si me pilla un alud debo sentirme aludido?

El otro día aprovechamos para dar unas nociones básicas de progresión por nieve y hielo. Me gustaría que al final de todas las explicaciones que dimos, quedara la idea de que el terreno alpino es impredecible, peligroso y poco amigo de incautos y amateurs. No basta con saber moverse en este medio, sino además hay que hacerlo en el momento y lugar adecuado, evitando así uno de los riesgos más importantes de nuestras montañas: los aludes.

Por eso, aprovechando unas notas que tengo preparadas, me ha parecido interesante hacer un resumen sobre la temática de los aludes que nos permita actuar en consecuencia. Creo que su lectura debería ser obligada para aquellos que frecuentan la montaña en este periodo.


¿Qué es un alud?


Un alud, también denominado avalancha, es el desplazamiento de una capa de nieve ladera abajo, que puede incorporar parte del sustrato y de la cubierta vegetal de la pendiente. Este fenómeno puede alcanzar más de 200 Km/h, desplazando grandes cantidades de nieve, troncos y rocas, y arrasando todo lo que encuentran a su paso. No es necesario un alud de gran magnitud para cobrarse vidas humanas. A veces, una purga por un corredor habitual de descarga es suficiente para sepultar a una persona. El mecanismo que da lugar al desencadenamiento de un alud deriva de una ruptura del equilibrio en las capas de nieve.


Tipos de aludes


Aunque existen otras formas de clasificarlos, nosotros vamos a dividirlos en tres tipos:


Aludes de nieve recién caída.


Se producen durante la nevada o en los días posteriores. Cuando la pendiente que alcanza la nieve al acumularse llega a su punto de equilibrio, la acumulación de

más nieve puede provocar una sobrecarga, desencadenando una avalancha de nieve seca y ligera, mezclada con aire, que se desplaza a gran velocidad. El aumento de temperatura tras la nevada también puede desncadenar un alud de este tipo. La velocidad que alcanza la masa de nieve y que supera en ocasiones los 200km/h, produce una sobre presión que puede arrasar todo aquello que encuentra a su paso (bosques, casas, etc). También puede desplazar el aire y producir la muerte por asfixia. Son los más destructivos, aunque a su vez, son menos preocupantes para el montañero ya que su desencadenamiento suele ser independiente de su presencia en el entorno.

En la foto, purga de nieve recién caída en el Valle de Pineta, Huesca


Aludes de placa


La nieve conforme se acumula va estratificándose en capas con características eterogéneas. Estos estratos, compuestos por capas de nieve más o menos compacta y diferente cohesión interna, se encuentran débilmente anclados entre sí, pudiendo llegar a deslizar unos sobre otros a gran velocidad como consecuencia de una sobrecarga o por el paso de un esquiador o montañero que en su camino genera una línea de ruptura. El espesor de las capas puede ser de varios metros y puede alcanzar velocidades de más de 100 km/h.

Merecen una atención especial las placas de viento. En nuestro pirineo, este tipo de placas predominan en las vertienetes S y SE como consecuencia de la acción de los vientos procedentes de N y NW. La nieve empujada por el viento es depositada en las laderas a sotavento acumulandose en importantes cantidades. La propia acción mecánica del viento, interactua con las capas más superficiales compactándolas y dotándolas de cierta consistencia y haciendo que se comporten como bloques com

pactos. Sin embargo, es suficiente el paso de una persona para provocar un desequilibrio de la placa, la cual se deslizará a favor de la pendiente y sobre las capas inferiores menos consistentes. El espesor de estas capas puede ser desde pocos centímetros hasta más de 2 metros.



Los aludes de este tipo son los que provocan más del 70% de los accidentes. Acostumbran a formarse en vertientes abiertas, principalmente en zonas convexas con pendientes que oscilan entre los 25 y los 55º. Una placa de 10 cm puede ser suficiente para sepultarnos.Algunos videos:




Identificación


La presencia de cornisas extrapomadas en las crestas es un indicio de la existencia de estas placas a sotavento, es decir, bajo el extraplomo de la cornisa. Muchos aludes espontáneos se producen como consecuencia de la caida de una cornisa de nieve, que al impactar sobre una placa de viento desencadena el alud. Estas placas adoptan un color blanco “roto” (mate), tienen forma lenticular, chirrían cuando se pisan y el piolet o los bastones de esquí acostumbran a penetrar muy fácilmente.


Cornisas de nieve por la acción del viento


Aludes de fusión


Se generan con el paso a la estación primaveral, donde la fusión de las nieves aumenta la humedad del manto nival. Esto incrementa el peso del estrato a la vez que lubrica el fondo, favoreciendo el deslizamiento de la placa en procesos muy erosivos que se adaptan a la superficie del terreno. Estos aludes alcanzan velocidades de hasta 60 Km/h. Cuando el deslizamiento es de todo el manto nivoso hasta el suelo, arrastrando tierra, lodos y rocas, se denomina alud de fondo.



La nieve sobre el terreno. Eligiendo el itinerario de menos riesgo.


Al avanzar por terreno nevado, debemos prestar especial importancia a determinados factores que nos darán información para identificar el itinerario menos expuesto a avalanchas.


La pendiente


El problema de la nieve es su inestable cohesión debido entre otros motivos a las características propias de los copos en las sucesivas precipitaciones así como las diferencias evolutivas de los procesos de asentamiento. Así pues, la pendiente de una ladera dificulta la estabilización del manto dada la propensión de la nieve a desplazarse sobre su superficie por acción de la gravedad. Podemos afirmar que toda la nieve del invierno terminará en los barrancos y ríos de nuestras montañas irremediablemente. Sin embargo, es la velocidad y la cantidad en un momento dado lo que realmente puede representar un peligro y esto depende directamente de la pendiente. Para generalizar, podemos afirmar que las laderas más inclinadas son las que purgan con más frecuencia la nieve recién caída, con numerosas descargas de pequeño tamaño. Esto limita la acumulación peligrosa de nieve y con ello, el riesgo de aludes de grandes dimensiones. Sin embargo, las laderas entre 25 y 45º son más propensas a acumular mayores cantidades ya que su pendiente más moderada permite formar un generoso manto nivoso de equilibrio precario. Con frecuencia, es la presencia humana el principal factor desestabilizador en estas pendientes, por lo que debemos prestar especial atención al superarlas. Normalmente la forma más segura es trazar una línea recta por su máxima pendiente, avanzando sobre lomas o crestas evitando así crear una discontinuidad con nuestro recorrizo que derive en el seccionamiento y pérdida de anclaje de la placa de nieve. Pero no siempre las circunstancias lo permitirán (nieve muy blanda, pendiente excesiva, morfología del terreno) por lo que al cruzar zonas de riesgo, lo haremos de uno en uno para reducir la carga por unidad de superficie. Además, esto permitirá que en caso de que se produzca un alud, afecte al menor número de personas, pudiento el resto colaborar en las tareas de rescate.


La convexidad


No sólo la pendiente, sino la forma de la ladera puede darnos información muy valiosa que nos permirá trazar un itinerario más seguro. En el caso de encontrarnos con una ladera que presente una curvatura convexa, evitaremos avanzar por el punto de máxima flexión, tratando de progresar si es posible por encima de éste a una cierta distancia. Es en este punto donde se produce una mayor divergencia de fuerzas, por lo que es más sensible a las sobrecargas, pudiendo romper a favor de la pendiente con nuestra presencia. Si no es posible, otra alternativa es superarla por debajo, donde predominan las fuerzas de compresión y la nieve se comporta mejor. Ello reducirá el riesgo de desencadenar el alud, pero el peligro quedará por encima de nosotros con el consecuente riesgo de quedar sepultados.

Vista del perfil de una ladera. Elección del itinerario

Otros factores que ya hemos comentado y que no debemos olvidar en nuestra evaluación es la orientación de la ladera, la presencia de cornisas, los valles abiertos, la acumulación uniforme de nieve con forma lenticular, el color, el sonido, así como signos de aludes recientes en el entorno próximo. Sin embargo, no sólo la observación del terreno es suficiente como para tener una visión global del peligro.


El tiempo pasado


El conocimiento del tiempo pasado es quizás la herramienta más importante a la hora de planificar nuestra actividad. La alternancia de los ciclos diurnos y nocturnos afecta a la estabilización del manto nivoso mediante un cambio estructural o metamorfosis. Este proceso es consecuencia del gradiente térmico existente entre el suelo mineral, el manto de nieve y la temperatura exterior. Podemos dividirlo en tres clases:


- Metamorfosis Isotermica:


Este proceso se da cuando la temperatura del aire, del manto y del suelo es similar (sobre los 0ºC). El asentamiento de la nieve se genera por compresión de unas capas sobre otras, formando una estructura de cristales con forma granular y pequeño tamaño.


- Metamorfosis de gradiente:


En este caso, sí que existe un diferencial térmico. Se da cuando el suelo está más caliente que el aire exterior. Como consecuencia, se produce un flujo convectivo de vapor desde las capas inferiores hacia la superficie. Este fenómeno se da, con aire muy frío, por debajo de los -15ºC por ejemplo. El suelo sin embargo, por el flujo geotérmico permanecera en los 0ºC. El resultado es un aumento del tamaño de los granos y una menor cohesión entre ellos.


- Metamorfosis de fusión:


Se da en el cambio a la estación prmaveral, donde los ciclos día-noche presentan un gran diferencial térmico. Durante el día, las altas temperaturas fusionan parte de la nieve la cual se recongela durante las bajas temperaturas nocturnas, siendo un elemento de cohesión y propiciando una buena estabilidad del manto nival durante la noche y primeras horas de la mañana. Por la tarde se convierte en la poco deseada nieve primavera, mucho más blanda y húmeda.


INDICE DE PELIGROS Y FUENTES DE INFORMACIÓN


A no ser que tengamos la suerte de vivir junto al barranco que vamos a descender y además estemos realizando un seguimiento exhaustivo de temperaturas y precipitaciones, nos va a resultar un tanto complicado hacernos una idea de las condiciones que nos vamos a encotrar. Para ello lo más adecuado es recurrir a la información que durante el invierno ofrece AEMET (Agencia Estatal de Meteorología), donde a parte de poder consultar la previsión del tiempo en montaña, podemos acceder a la ficha de nivología donde se detalla por zonas el riesgo de aludes y su evolución a partir del tiempo pasado y futuro. Entendiendo los ciclos y parte de la información que hemos comentado anteriormente seremos capaces de interpretar los boletines de forma adecuada, convirtiéndose en una fuente de información muy valiosa y de obligada consulta.


Además, AEMET establece un índice de riesgo para cada zona de montaña que nos permite simplificar todavía más nuestra toma de decisiones. Esta escala de riesgo es de ámbito europeo y está articulada en 5 niveles:


Indice de riesgo

Estabilidad del manto nivoso

Probabilidad de desencadenamiento

Indicaciones para el esquí fuera de las pistas y recomendaciones

1. Débil

En la mayoría de las pendientes el manto nivoso está bien estabilizado

Excepcionalmente, sólo pueden desencadenarse aludes en algunas pendientes muy propicias (*) y, sobre todo a causa de fuertes sobrecargas.
De forma natural sólo pueden desencadenarse coladas o pequeños aludes.

Las excursiones y el descenso con esquís son posibles casi sin restricciones.

2. Limitado

En algunas pendientes (**) suficientemente propicias a los aludes, el manto sólo está moderadamente estabilizado.
En el resto, está bien estabilizado.

Se pueden desencadenar aludes sobre todo por sobrecargas fuertes y en algunas pendientes cuyas características se describen normalmente en el boletín.
No se esperan salidas espontáneas de aludes de gran amplitud.

Las excursiones deben realizarse con previa planificación.
Se recomienda prudencia a la hora de elegir los itinerarios, evitando, en lo posible, las vertientes inclinadas con la orientación y la altitud que se indican.

3. Notable

En numerosas pendientes (**) suficientemente propicias, el manto sólo está moderada o débilmente estabilizado.

Se pueden desencadenar aludes, incluso por sobrecargas débiles y en numerosas pendientes cuyas características se describen habitualmente en el boletín.
En ciertas situaciones son posibles algunas salidas espontáneas de aludes de dimensiones medias y a veces grandes.

Deben evitarse las vertientes inclinadas en las orientaciones y altitudes que se indican.
Se requiere mucha experiencia y una gran capacidad de apreciación del peligro de aludes.

4. Fuerte

En la mayoría de las pendientes (**) suficientemente propicias a los aludes, el manto nivoso está débilmente estabilizado.

Se pueden desencadenar aludes, incluso por sobrecargas débiles en la mayoría de las pendientes suficientemente propicias a los mismos.
En ciertas situaciones, son posibles numerosas salidas espontáneas de aludes de dimensiones medias y a veces grandes.

Las excursiones tienen que limitarse a las zonas con pendiente moderada.
Es posible que la parte baja de las pendientes esté igualmente expuesta al peligro de aludes.

5. Muy fuerte

Inestabilidad generalizada del manto nivoso.

Se esperan numerosos y grandes aludes originados espontáneamente incluyendo zonas con pendientes poco propicias.

Se tiene que renunciar a hacer excursiones.


(*) Pendientes propicias a los aludes son aquellas que reúnen determinadas condiciones de inclinación, configuración del terreno, proximidad de la cresta, ...

(**) Las características de estas pendientes, generalmente, están precisadas en el boletín: altitud, exposición, topografía, ...

(***) Sobrecarga fuerte: por ejempo, esquiadores agrupados.

Sobrecarga débil: por ejemplo, esquiador o montañero aislado

La expresión desencadenamiento de aludes se refiere a los provocados por una sobrecarga, principalmente por uno o varios esquiadores.

La expresión salida espontánea se refiere a los aludes originados sin acción externa


Este índice suele complementarse con una predicción en la evolución de la estabilidad de manto nivoso que puede ser en ascenso, estacionario o en descenso.


METEOALERTA


Además, en la página de AEMET podemos consultar en el apartado “avisos” las Meteoalertas, que como su nombre indica, informan de condiciones meteorológicas especiales. Las meteoalertas establecen un código de tres colores en función del nivel de riesgo que implique el fenómeno meteorológico. En el caso de riesgo de aludes son:


Amarillo: Indice 4 con nivel de salida por debajo de los 2.100 mts o índice 5 con nivel de salida por encima de los 2.100 mts.


Naranja: Indice 5 con nivel de salida por debajo de 2.100 mts.


Rojo: Riesgo generalizado del nivel naranja que afecte a una amplia zona.


SAIH


Otra fuente interesante de información es la que podemos conseguir a través de la red de estaciones meteorológicas del SAIH ebro (http://195.55.247.237/saihebro/index.php) , y que nos proporcionará datos en tiempo real de lugares muy localizados en zonas montañosas.


INFORMACION DE TERCEROS


Sin embargo, que duda cabe de que la mejor información y la más útil será la proporcionada por la gente del lugar. La consulta a refugios, albergues o guías de montaña nos permitirá recibir información fiable sobre las condiciones de una zona o las opciones de llevar a cabo nuestra actividad, visto desde la perspectiva de alguien que entiende nuestro deporte.


FOROS


En Internet podemos encontrar varios foros de montaña y de barrancos que nos pueden orientar sobre las condiciones de una zona, con información o “piadas” de otros montañeros que han estado recientemente. También aquí podemos hacer consultas que tarde o temprano recibirán respuesta. Sin embargo, debemos ser algo escépticos con los consejos ofrecidos por desconocidos ya que eso es algo que sólo deberíamos dejar en manos de la experiencia y los conocimientos de un guía o un compañero de confianza.

Ejemplo de estas páginas son:


- Madteam (www.madteam.net) : Página de montaña en general, con foro de piadas.

- Infohielo (www.infohielo.com) : Página dedicada en la escalada en hielo y corredores. Muy útil para orientarnos sobre las condiciones de una zona.



Actuación en caso de aludes


Frente a un alud, debemos actuar con rapidez, tanto si somos las víctimas como si somos los rescatadores, ya que los momentos inmediatamente posteriores son cruciales.


VICTIMAS


Si tenemos la mala fortuna de ser víctimas de un alud, debemos seguir las siguientes pautas:


Previo: Si habíamos detectado previamente la zona de riesgo, deberíamos haber dejado unos 15 metros de separación entre nuestros compañeros. Además, si disponemos de una “braga” o pañuelo, nos lo pondremos sobre la nariz y la boca como si fuera un velo. Ello evitará que nos entre nieve en las vías respiratorias. También es recomendable avanzar con la mochila sobre un solo hombro y con la cintura desabrochada para poder librarnos de ella si fuera necesario. Los bastones procuraremos llevarlos sueltos, liberados de las muñecas.


Durante: En el momento en el que se desencadene el alud, deberemos deshacernos de los bastones y la mochila. Normalmente lo habremos provocado por sobrecarga con nuestro paso, por lo que es habitual que el alud se propague desde nuestros pies hacia abajo, quedando la parte superior intacta y dejando un espacio libre entre el borde de ruptura y la cola del alud. Trataremos de frenar nuestro avance dejando pasar la placa bajo nuestros pies hasta que hagamos contacto con la nieve firme de esta zona. También podemos intentar desplazarnos hacia un lateral, buscando el límite de fractura o aferrarnos a cualquier obstáculo que encontremos sobre el terreno para evitar ser arrastrados. Si la placa nos empuja ladera abajo, intentaremos por todos los medios permanecer en la superficie, mediante movimientos natatorios. Si vamos de espaldas a la nieve, mirando al cielo con los pies por delante, nadaremos hacia atrás empujando la nieve hacia abajo y hacia adelante. Si vamos de frente, con la cabeza por delante y boca abajo, daremos brazadas tratando de no sumergirnos. Si pese a todo somos incapaces de emerger, lo más importante es generar un hueco alrededor de nuestras vías respiratorias (nariz y boca) que evite que la nieve colapse la entrada de aire. Para ello nos agruparemos, recogiéndonos en forma de bola y colocando las manos sobre la cara para generar ese espacio de supervivencia.


Tras: Trataremos de asegurar la permeabilidad de nuestras vías aéreas, prensando la nieve que tenemos en la cara con nuestros puños. Intentaremos relajarnos y averiguaremos en qué posición hemos quedado atrapados. Para ello, un sistema poco agradable, es orinarnos encima. De esa manera podremos saber nuestra orientación respecto a la superficie lo que nos permitirá desplazarnos en el sentido correcto.


SOCORRISTAS


Si uno de nuestros compañeros es arrastrado por un alud, las pautas a seguir son las siguientes:


No perder la calma y seguir con la vista a nuestro compañero. La UPC (última posición conocida) va a ser la información más importante a la hora de iniciar el rescate con rapidez.


Rescate sin Arva ni material adecuado.


El peor de los casos (y con frecuencia el más común) reside en que nadie de los componentes lleve ningún dispositivo para la localización y rescate, tipo ARVA. Esta circunstancia derivará siempre en una dilatación de los tiempos de rescate y, en consecuencia, una reducción de las probabilidades de supervivencia.

Lo primero es posicionarse en un lugar libre de avalanchas ya que tras el alud es posible que se desencadenen pequeñas descargas posteriores. Avisaremos a los cuerpos de rescate, ya que si bien tardarán en llegar, una vez en el lugar aumentarán las posibilidades de localizar a la víctima en menos tiempo. Si podemos elegir, tendremos en cuenta que la Guardia Civil (062) dispone de perros de rescate que pueden ser vitales en la localización de víctimas sepultadas sin dispositivos de detección.

Una vez dado el aviso, avanzaremos en busca de nuestros compañeros siguiendo su posible trayectoria a partir de la UPC. Buscaremos indicios como ropa, guantes, bastones o partes del cuerpo que hayan quedado al descubierto. También es posible escuchar gemidos o gritos de auxilio, por lo que estaremos atentos y si es necesario, permaneceremos en silencio. En nuestra búsqueda abarcaremos todo el cono de deyección y si no encontramos indicios, tendremos que improvisar una sonda con nuestros bastones (quitando la roseta) o el piolet. Las varillas de una tienda de campaña también pueden sernos muy útiles. Lo haremos de forma sistemática y, a ser posible, dejando señales en el área peinada para no volver a buscar en el mismo sitio.

Una vez localizada la víctima, hay que proceder a desenterrarla. Si no disponemos de palas, podemos utilizar platos, cacerolas o anclas de nieve. Si no, lo haremos con nuestras manos debidamente protegidas con guantes. Trataremos de desenterrar en primer lugar la cabeza y así permeabilizar las vías aéreas retirando la nieve que pudiera encontrarse alojada en boca y la nariz.


Rescate con material adecuado.


Entendemos por material adecuado a aquel que nos va a servir para detectar, localizar y desenterrar a un compañero sepultado por un alud. Ello implica hacer referencia a tres elementos fundamentales: el ARVA, la sonda y la pala.



Existen muchos modelos, con una o dos antenas, analogicos y digitales, palas de plástico o de aluminio, así como diferentes tipos de sondas que no vamos a detallar. Nos limitaremos a explicar el principio de funcionamiento de este sistema y así dar una idea de la importancia de llevarlo con nosotros pese a su elevado coste.


ARVA


Viene de las siglas del francés “Appareil de Recherche de Victimes d´Avalanches”. Debemos tener en cuenta que la verdadera utilidad de este sistema está en el autorescate ya que su finalidad es la de que los propios componentes del grupo comiencen con las tareas de rastreo, lo que se traduce en un ahorro vital de tiempo que aumentará las probabilidades de encontrar vivos a nuestros compañeros. Las estadísticas dicen que a los 10 minutos hay un 90% de probabilidades de supervivencia, reduciendose al 50% transcurridos 30 minutos. Así pues, una rápida activación de un plan de rescate con los recursos adecuados aumentará notablemente las posibilidades de supervivencia de nuestros compañeros sepultados.

El ARVA es un aparato receptor-transmisor (transceptor) de ondas de radio a una frecuencia estándar (457 KHz), por lo que los diferentes modelos son compatibles entre sí. Cuando llevamos el ARVA durante la marcha normalmente está en posición de emisión. Cuando un compañero es sepultado por un alud, debemos pasar el aparato a modo receptor. El ARVA hará una lectura de la señal, proporcionándonos información de la distancia a la que se encuentra nuestro compañero. Hemos de movernos sobre el terreno con el ARVA horizontal y sin cambiar su posición hasta que la distancia que nos indique sea 0. No hay que precipitarse a la hora de empezar a cabar, ya que la exactitud con la que determinemos la posición será vital a la hora de reducir los tiempos de rescate. Para ello, una vez hecha la localización, moveremos el ARVA en cruz para comprobar que cualquier otra posición se aleja. Colocaremos una sonda para no perder la referencia y empezaremos a cabar. También podemos hacer un sondeo previo para comprobar que la víctima está en ese lugar. Si hay más compañeros sepultados, nos dividiremos en grupos, intentando localizar y marcar la posición de todos nuestros compañeros, a la espera de que lleguen los equipos de rescate. Con las palas accederemos a la víctima, retiraremos la nieve que le rodea y realizaremos una valoración primaria de su estado por si es necesario aplicar unos primeros auxilios. Una vez estabilizada y antes de manipular a la víctima, hay que inmovilizar el eje cervicodorsolumbar, por lo que lo mejor es esperar a que los equipos de rescate entren en escena. Sin embargo, no dudaremos en desplazarlo si el lugar es peligroso, trasladándolo como si fuera un bloque hacia una zona segura.


Reflexiones


Como se ha visto, llevar el material adecuado permite reducir los tiempos de localización y desentierro a cifras donde existe un elevado índice de supervivencia. Sin embargo, sin este material las probabilidades de supervivencia se reducen a niveles testimoniales. Otra reflexión que hay que hacer es cuando en el grupo existe gente correctamente equipada y otros que no. Podemos caer en la tentación de pensar que en caso de alud nuestro tiempo de rescate será mayor si no vamos correctamente equipados. Y así es, pero no sólo porque las estadísticas así lo demuestren, sino porque además hay que añadir otro elemento de distorsión que es el rescate de los que si que llevan ARVA. Por cruel que pueda parecer, el hecho de que otros sean detectables influirá en nuestro tiempo de rescate, ya que los esfuerzos iniciales irán destinados a salvar la vida de estas personas. Es algo de sentido común. Así pues, su rescate retrasará el nuestro, lo cual sumado a que el proceso manual es más lento, reducirá todavía más nuestras posibilidades de sobrevivir. Triste, pero real como la vida misma.


Medidas de precaución


-Como resumen de todo lo visto, a la hora de planificar nuestra actividad y para evitar el riesgo de aludes adptaremos las siguientes pautas:

-Informarse adecuadamente de las condiciones de la montaña

-Evitar actividades en zonas donde no han transcurrido 24 horas desde el último temporal.

-Llevar el equipo adecuado (arva, sonda y pala)

-Avanzar por lomas y partes altas donde sea difícil que nos caiga un alud

-Trazar itinerarios paralelos a la pendiente, evitando zigzaguear en la medida de lo posible

-Avanzar a barlovento, donde el viento habrá eliminado la nieve superficial y permitirá un avance más seguro.

-Evitar las zonas de relieve regular, como las amplias laderas abiertas. Son preferibles los terrenos irregulares así como los bosques densos.

-Evitar las zonas de peligro, como laderas inclinadas y zonas convexas.

-En caso de no ser posible, cruzar de uno en uno, con una separación de unos 15 metros

-Evitar pendientes a sotavento con presencia de cornisas, especialmente con acumulaciones de forma lenticular.

-Informar de donde vamos, cuando y quienes, así como de nuestro vehículo.

2 comentarios:

Victor dijo...

Ultimamente salen muchos aludidos por la tele, en nuestro pirineo. A valorar. Muy formativo para los asiduos a la montaña invernal, no es nieve, todo lo que reluce.

Anónimo dijo...

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